Estas dos modalidades de entrenamientos no se parecen.
Inicialmente puede dar la sensación de ser casi lo mismo. Pero si te fijas y
empiezas a compararlas, realmente se ven las diferencias.
Yo personalmente entreno para competir. Si, ya se que nunca
voy a ganar ninguna carrera. Pero lo que me gusta es correrlas. Ganarme a mi
mismo y a los que corren parecido a mí. Ir mejorando los tiempos y cada vez
verme más fuerte y rápido.
En el lado contrario, tengo a algunos amigos que corren por
correr. Salen a hacer unos kilómetros y luego vuelven a casa. Sin apuntar en
ningún sitio los datos de la salida, ni siquiera un seguimiento de cuantos días
a la semana han salido. Simplemente corren para disfrutar del running.
Ambos coincidimos en que el deporte es sano y nos apasiona.
Correr nos hará “a priori” llegar a ser mas viejos. Tener menos enfermedades
cardíacas, y un sin fin de beneficios.
Pero los que entrenamos para competir, vamos un poco más
allá. No nos conformamos con correr y disfrutar haciéndolo. Tenemos que
demostrarnos que somos capaces de ganarnos. De cruzar la meta, mirar el crono y
subir a nuestro podium personal. Porque hemos bajado el tiempo, en comparación
con la anterior carrera.
Creo que casi todos, si no todos. Empezamos a correr solo
con el propósito de disfrutar, encontrarnos mejor y realizar una actividad
sana. De probar que es eso de ponerte unas zapatillas y unirte a todos esos que
también corren.
Pero con el tiempo, hay algunos que se quedan ahí y otros que
dan el salto. Ese salto es empezar a apuntarse en un excel o en el calendario los días que se
sale. De buscar un plan de entrenamiento, el cual nos haga mejorar un poco más
rápido. De empezar a apuntarnos a carreras de nuestro nivel. De salir a
entrenar aunque llueva, estemos constipados o tengamos molestias.
Los que corremos para competir, somos…, somos distintos. Ni
mejores, ni peores. Simplemente distintos.
Y tu, ¿de que grupo eres?
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