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Hoy 27 de Noviembre he corrido la 31ª Maratón de Valencia 2011. Y si tuviera que resumirlo en una frase, seria esta… El dolor dura un rato, pero la gloria es para toda la vida
Frase que me he repetido hasta la saciedad durante todo el recorrido, especialmente en los últimos kilómetros.
Todo ha empezado a las 6:30am cuando me he levantado. He desayunado un para de barritas energéticas y preparado todo lo esencial para la carrera.
A las 8:00 estoy con Pedro (el columnista) acompañándolo en un bar mientras se toma su café con leche. Que estómago tiene el tío, yo lo echaría en el primer kilómetro, pero el dice que así le va bien.
A las 8:45 estábamos ya estirando en la zona de salida. Madre mía la de gente que hay. Entre la 10k y la Maratón, por lo menos 12.000 personas. Eso si, un frío que pela, unos 11 grados. Pero pronto nos colocamos entre la gente y ahí esperamos hasta que den la salida mas calentitos.
Vale, esto ya se mueve. Son las 9:00, la hora del inicio de la carrera. Ya no hay vuelta a tras. Estamos todos en el mismo barco, así que a luchar por llegar a meta lo mejor posible. Seguro que será duro, pero después de 4 meses entrenando para el evento, estoy convencido que llegaré a meta sin “morir en el intento”, o eso creía.
Los primeros kilómetros fueron realmente fáciles. Hasta el 6, fuimos en paralelo con la carrera de los 10k. Mucho cachondeo y risas. Gritos de ánimo en ambos sentidos y caras sonrientes.
Hasta el km 11 no pasa nada especial. Buen ritmo, 5’20’’/km mas o menos. Veo a José Miguel, un viejo amigo que hace que no veía. Rodamos juntos hasta el 15. El para un momento y yo sigo a mi ritmo en solitario.
Que bien me encuentro. Ruedo a un ritmo muy cómodo. Las fuerzas no me faltan, de hecho, me gustaría apretar algo más. Pero intento mantener la cabeza fría y no dejarme llevar por las ansias.
En el km 23 veo a Pedro. Es un punto del recorrido en el que hay un cambio de sentido y se puede ver a los corredores que van mas adelantados que tu. Hago cálculos y me saca 4 minutos. Está mas cerca de lo que yo creía. La media maratón la hemos pasado hace tan solo 2km. En este punto voy como a 5’30’’/km, algo mas lento que al principio, pero sigue siendo un fantástico ritmo.
Km 30, PLOFFF ¡¡¡ las fuerzas caen en picado. Aún me quedan, pero noto que no es lo de hace 10km. Auguro que el final de la carrera va a ser mas dura de lo que pensaba en un principio.
Km 36, no se si es el muro o las montañas rocosas. Pero no puedo más. Estoy exhausto, que manera de quedarse sin energía tan brutal. Nunca había sentido una sensación tan demoledora como la que estoy pasando. Sinceramente si no hubiera estado mi familia en la meta esperando, habría habido posibilidades de haber parado y quizás hasta de haberme retirado. Pero claro, a 6 km, que se dice rápido, a 6 km de la meta, parar si no es por lesión no entraba en mis planes y mucho menos retirarme. Tomo el último gel energético que llevaba y cruzo los dedos para que me de algo de fuel. Me tomé uno a los 15, otro a los 25, otro a los 31 y ahora este.
Del 36 al 40 el ritmo cayo en picado, entre 6’15’’ y 6’30’’/km. La inercia es la que me lleva. La suerte es que mecánicamente las piernas funcionan, no muy bien, pero si hacen su labor. Lo que me esta matando es el dolor de la periostitis de la pierna derecha que acarreaba ya hace un tiempo. Junto a un cansancio extremo. Y el pensamiento de para, para, para,… que se repetía sin cesar dentro de mi cabeza, como el goteo de un grifo mal cerrado.
Muchos corredores caen al suelo con las pernas totalmente engarrotadas. Los espectadores les ayudan estirando. Otros ni si quiera son capaces de correr, medio andan, pero siguen hacia delante. Talones despellejados, pezones sangrando,... es una imagen desgarradora. Pero hay que seguir, ya queda poco.
No paré y me planté en el 41. El 41 es el último kilómetro y puedo dar fe, que lo que dicen es cierto. Ni se corre con las piernas, ni con el corazón. Se corre con el alma. Es algo que no se puede explicar. Se pasan toda clase de pensamientos por la cabeza, pero las piernas siguen y siguen. Da igual lo que te duelan, da igual ya todo. Solo son 1000 metros lo que te separan de la gloria. Y esa gloria la vas a conseguir si o si.
Unos cientos de metros mas y estoy corriendo por la pasarela flotante. Ya se está acabando. Los pelos de punta, la cara desencajada, la emoción en tus ojos.
Cruzo la meta y siento que ha valido la pena. Por muy mal que lo haya pasado, da igual. He llegado a la meta, he cumplido mi sueño. Soy un maratoniano.
Antes y después de la carrera. Los bigotes nos los dejamos en memoria de Steve Prefontaine.
No puedo con mi alma, después de la euforia de la llegada, caigo rendido. Dejo la bolsa con las cosas que me han dado al terminar la carrera y me tumbo en el césped. Me duelen las piernas y las tengo a punto de acalambrarse. Viene mi familia y los recibo como puedo. Ellos han sido mi fuerza durante los últimos 12 kilómetros. Gracias de todo corazón.
Tiempo real 3h53’35’’. He bajado de las 4h, para ser mi primera maratón y supongo que la última. Creo que he hecho un buen papel. Me siento orgulloso y con eso me quedo.
Pedro ha hecho 3h41’, según he hablado con el, también ha sufrido de lo lindo, pero ¿Quién ha dicho que una maratón es fácil?
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Hoy 27 de Noviembre he corrido la 31ª Maratón de Valencia 2011. Y si tuviera que resumirlo en una frase, seria esta… El dolor dura un rato, pero la gloria es para toda la vida
Frase que me he repetido hasta la saciedad durante todo el recorrido, especialmente en los últimos kilómetros.
Todo ha empezado a las 6:30am cuando me he levantado. He desayunado un para de barritas energéticas y preparado todo lo esencial para la carrera.
A las 8:00 estoy con Pedro (el columnista) acompañándolo en un bar mientras se toma su café con leche. Que estómago tiene el tío, yo lo echaría en el primer kilómetro, pero el dice que así le va bien.
A las 8:45 estábamos ya estirando en la zona de salida. Madre mía la de gente que hay. Entre la 10k y la Maratón, por lo menos 12.000 personas. Eso si, un frío que pela, unos 11 grados. Pero pronto nos colocamos entre la gente y ahí esperamos hasta que den la salida mas calentitos.
Vale, esto ya se mueve. Son las 9:00, la hora del inicio de la carrera. Ya no hay vuelta a tras. Estamos todos en el mismo barco, así que a luchar por llegar a meta lo mejor posible. Seguro que será duro, pero después de 4 meses entrenando para el evento, estoy convencido que llegaré a meta sin “morir en el intento”, o eso creía.
Los primeros kilómetros fueron realmente fáciles. Hasta el 6, fuimos en paralelo con la carrera de los 10k. Mucho cachondeo y risas. Gritos de ánimo en ambos sentidos y caras sonrientes.
Hasta el km 11 no pasa nada especial. Buen ritmo, 5’20’’/km mas o menos. Veo a José Miguel, un viejo amigo que hace que no veía. Rodamos juntos hasta el 15. El para un momento y yo sigo a mi ritmo en solitario.
Que bien me encuentro. Ruedo a un ritmo muy cómodo. Las fuerzas no me faltan, de hecho, me gustaría apretar algo más. Pero intento mantener la cabeza fría y no dejarme llevar por las ansias.
En el km 23 veo a Pedro. Es un punto del recorrido en el que hay un cambio de sentido y se puede ver a los corredores que van mas adelantados que tu. Hago cálculos y me saca 4 minutos. Está mas cerca de lo que yo creía. La media maratón la hemos pasado hace tan solo 2km. En este punto voy como a 5’30’’/km, algo mas lento que al principio, pero sigue siendo un fantástico ritmo.
Km 30, PLOFFF ¡¡¡ las fuerzas caen en picado. Aún me quedan, pero noto que no es lo de hace 10km. Auguro que el final de la carrera va a ser mas dura de lo que pensaba en un principio.
Km 36, no se si es el muro o las montañas rocosas. Pero no puedo más. Estoy exhausto, que manera de quedarse sin energía tan brutal. Nunca había sentido una sensación tan demoledora como la que estoy pasando. Sinceramente si no hubiera estado mi familia en la meta esperando, habría habido posibilidades de haber parado y quizás hasta de haberme retirado. Pero claro, a 6 km, que se dice rápido, a 6 km de la meta, parar si no es por lesión no entraba en mis planes y mucho menos retirarme. Tomo el último gel energético que llevaba y cruzo los dedos para que me de algo de fuel. Me tomé uno a los 15, otro a los 25, otro a los 31 y ahora este.
Del 36 al 40 el ritmo cayo en picado, entre 6’15’’ y 6’30’’/km. La inercia es la que me lleva. La suerte es que mecánicamente las piernas funcionan, no muy bien, pero si hacen su labor. Lo que me esta matando es el dolor de la periostitis de la pierna derecha que acarreaba ya hace un tiempo. Junto a un cansancio extremo. Y el pensamiento de para, para, para,… que se repetía sin cesar dentro de mi cabeza, como el goteo de un grifo mal cerrado.
Muchos corredores caen al suelo con las pernas totalmente engarrotadas. Los espectadores les ayudan estirando. Otros ni si quiera son capaces de correr, medio andan, pero siguen hacia delante. Talones despellejados, pezones sangrando,... es una imagen desgarradora. Pero hay que seguir, ya queda poco.
No paré y me planté en el 41. El 41 es el último kilómetro y puedo dar fe, que lo que dicen es cierto. Ni se corre con las piernas, ni con el corazón. Se corre con el alma. Es algo que no se puede explicar. Se pasan toda clase de pensamientos por la cabeza, pero las piernas siguen y siguen. Da igual lo que te duelan, da igual ya todo. Solo son 1000 metros lo que te separan de la gloria. Y esa gloria la vas a conseguir si o si.
Unos cientos de metros mas y estoy corriendo por la pasarela flotante. Ya se está acabando. Los pelos de punta, la cara desencajada, la emoción en tus ojos.
Cruzo la meta y siento que ha valido la pena. Por muy mal que lo haya pasado, da igual. He llegado a la meta, he cumplido mi sueño. Soy un maratoniano.
Antes y después de la carrera. Los bigotes nos los dejamos en memoria de Steve Prefontaine.
No puedo con mi alma, después de la euforia de la llegada, caigo rendido. Dejo la bolsa con las cosas que me han dado al terminar la carrera y me tumbo en el césped. Me duelen las piernas y las tengo a punto de acalambrarse. Viene mi familia y los recibo como puedo. Ellos han sido mi fuerza durante los últimos 12 kilómetros. Gracias de todo corazón.
Tiempo real 3h53’35’’. He bajado de las 4h, para ser mi primera maratón y supongo que la última. Creo que he hecho un buen papel. Me siento orgulloso y con eso me quedo.
Pedro ha hecho 3h41’, según he hablado con el, también ha sufrido de lo lindo, pero ¿Quién ha dicho que una maratón es fácil?
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