La distancia de un maraton, es más que unos cuantos kilómetros, mas que una meta, es un sueño, es sufrimiento, entrenamiento, gloria,… recorrer esa distancia y cruzar la línea de llegada, es una de las proezas más grandes a la que se puede enfrentar un corredor popular.

La historia resumida de cómo Maraton se hizo famoso, es que Filípides un hemerodromo (mensajero corredor). Recorrió la distancia que hay entre la ciudad de Maraton, hasta la de Atenas, cerca de 40 km. Para anunciar que los griegos habían vencido a los persas. El cual, una vez dado el mensaje “hemos vencido”, murió al instante.

Esta hazaña que ha perdurado en el transcurso del tiempo. Dio su nombre a la prueba reina de resistencia del atletismo.

Pero la distancia de un maraton actual no es la que originalmente recorrió Filípides. Esos cerca de 40 kilómetros, fueron alargados en 2 kilómetros mas el año 1908, cuando se celebraron los Juegos Olímpicos de Londres.



Esto sucedió a causa que la Reina inglesa, Alexandra. Fijara la distancia oficial de la prueba (cosa que hasta la fecha no existia), en sus 42,195 metros actuales. Que es la distancia que separa la ciudad inglesa de Windsor, del estadio White City, en Londres. Los últimos metros se añadieron para que la meta, tuviera lugar frente al palco presidencial.

Estos son los datos técnicos-históricos de la distancia de un maraton. Ahora vienen los datos que no se pueden leer en libros. Los que se sienten cuando entrenas, corres y finalizas esta hermosa, pero a la vez cruel carrera.

Cuando entrenas para un maraton, el entrenamiento se convierte en algo brutal. Te entrenas a conciencia, has de estar al máximo de tus posibilidades, para no derrumbarte antes de cruzar la meta.

Los rodajes se hacen largos, y las tiradas interminables. Fortalecimiento muscular, antiinflamatorios, hielo, cuidar la dieta y motivarse es el pan de todos los días, si te quieres convertir en maratoniano.

La carrera es una experiencia inolvidable. Lo que sucede en tu primer maraton, se queda grabado a fuero en tu mente. Empiezas con optimismo y emoción, pero tal y como los kilómetros van restando frescura a tus piernas. Te das cuenta que lo que te espera no va a ser duro, si no durísimo. Pasados los 35 kilómetros, el muro te golpea intentando derrumbarte. Ahí te das cuenta que la distancia de un maraton no tiene piedad. De donde puedes, sacas fuerzas para seguir adelante. Motivación, motivación y más motivación. Eso es lo que te va hacer terminar.

Y al cruzar la meta, la cara desencajada por el agotamiento y los ojos llorosos, miran el cronómetro. Esa es la marca de tu colosal hazaña, ese tiempo es el que has tardado en recorrer los 42,195 metros que forman la distancia de un maraton.

Conclusión

Solo te diré, que si te gusta correr. Tienes que vivir la experiencia de cruzar la meta de un maraton, te cambiará la forma de pensar. Y sabrás que a partir de ese momento, ya eres uno mas del club, del club de los maratonianos. VAMOOOS ¡¡¡
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