Seguro que muchos de nosotros hemos notado uno de estos dos síntomas, por no decir los dos a la vez.



Es común entre los corredores notarlos en algunos entrenamientos o carreras. La cosa es que… ¿será normal? Y lo que es más importante ¿será malo?

Vamos a ver el cuando sucede y el por que, de estas sensaciones. De esta manera seremos conscientes de que está pasando en nuestro cuerpo cuando corremos.

¿Cuándo sucede?

No siempre ha de pasar, pero si pasa, es en esos casos:



Tanto el sabor a sangre como el olor a amoniaco, suceden durante un entrenamiento muy exigente o de una competición. Y suele mantenerse la sensación durante una hora después del esfuerzo.

¿Por que sucede?

- Sabor a sangre: Los músculos demandan más oxígeno del que el cuerpo puede transportar en ese momento. Haciendo que en los capilares de intercambio gaseoso (CO2-O2) que pasan cerca de los pulmones se rompan por el estrés. Y esa sangre, apenas unos mililitros, que está en el sistema respiratorio se huelan por dentro. Dando esa sensación de sabor a sangre o metal.

- Olor a amoniaco: Se da cuando los niveles de glucógeno están muy bajos. Y la quema de grasas no es óptima (aumentando la cetona). Por lo consiguiente se empieza a sacar energía de las proteínas.

El amoniaco (NH3) contiene nitrógeno. Elemento que se encuentra en la estructura de las proteínas. Siendo esta la única molécula enérgica que posee dicho elemento. De ahí que notemos un olor parecido al amoniaco.

Conclusión

No hay que preocuparse por notar estas sensaciones (a casi todos nosotros nos ocurre). Siempre que sea el resultado de un gran esfuerzo. Lo preocupante seria que lo notáramos al hacer cualquier ejercicio sin importar su intensidad. Ahí, si deberíamos acudir al médico, para hacernos una analítica de sangre y orina. Pues podríamos padecer problema hepático u otras enfermedades metabólicas.
Artículo Anterior Artículo Siguiente